
A esta generación se la denominó «decapitada» por el hecho de que todos estos poetas murieron a muy temprana edad, Silva a los 21, Borja a los 20, Fierro a los 39, Noboa a los 38; y porque la muerte de los cuatro fue por mano propia. Cabe destacar el hecho de que aunque ellos se conocieron en vida e incluso se dedicaron poemas mutuamente, nunca se reunieron para crear propiamente una agrupación literaria.
El término «generación decapitada» nació a mediados del siglo XX, cuando algunos periodistas e historiadores ecuatorianos decidieron nombrarla al notar similitudes poéticas entre estos autores.
Muchos de los poemas de Medardo Ángel Silva de su libro El árbol del bien y del mal pueden ser escuchados en la música del cantante ecuatoriano Julio Jaramillo, como por ejemplo el poema El alma en los labios, que Silva escribió días antes de su muerte y que estaba dedicado a «Su amada», dejando así en claro su estilo de poesía depresiva, melancólica, llena de hermosos versos de amor extremis llamando tal vez sin querer a la muerte en forma de musa inspiradora.
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